23 agosto
2013
escrito por jurjo

“Los profesores tenemos que aprender que todos somos racistas, sexistas, homófobos …” 

 

ANA LÓPEZ  entrevista a Jurjo Torres Santomé

Escuela. Núm. 3.914 (1.232)  15 de septiembre de 2011, págs. 32 – 33

 

El catedrático Jurjo Torres Santomé lleva años analizando en sus libros los distintos aspectos del sistema educativo. Su última obra, “La justicia curricular. El caballo de Troya de la cultura escolar” lo revisa desde un punto de vista más global, dejando de lado cuestiones específicas para ir a la propia razón de ser de ese sistema educativo.

En este libro se analizan las principales transformaciones que están aconteciendo en la actualidad, los mensajes que esas transformaciones están enviando a la escuela y las repercusiones sobre los materiales curriculares.

¿Cómo nace esta obra?

Desde hace años estoy no- tando en falta un debate sobre el sentido y la finalidad del sistema educativo y sobre lo que debe aprender el alumnado en un mundo cada vez más dinámico. En las últimas décadas hubo muchas transformaciones. Aprendimos a vivir en la globalización, el mundo tiene menos fronteras y en todos los grandes campos del conocimiento, en todas las esferas de la sociedad, se están produciendo cambios muy radicales.

Hablo en concreto de grandes revoluciones, transformaciones de muchísimo calado en el conocimiento, en la tecnología, en las relaciones humanas, en los valores… Y hay que ver en qué medida el sistema educativo se está enterando de esto, le está dando una respuesta y está preparando a ciudadanos que viven en ese mundo.

¿Lo está haciendo?

Yo me dedico a analizar muchos materiales curriculares y llevo años obsesionado con la inadecuación y descontextualización del mundo real. Como este tipo de cambios se están agudizando y cada vez son mayores, los conocimientos deben actualizarse. El sistema educativo debe estar continuamente revisando los contenidos, ya que la formación académica se limita a unos años y la producción de nuevos conocimientos es enorme.

Es necesario el debate de qué contenidos quitar y qué contenidos añadir. Si hay cosas nuevas que hay que aprender, igual también hay cosas antiguas de las que se puede prescindir. Lo único que sabemos es cuantos estudiantes aprueban o fracasan, y le echamos la culpa a todo, pero igual hay que ver si esa cultura que decimos que es tan básica, lo es realmente, o si el alumnado lo vive así. Este debate nos urge.

De aquí se desprende que los contenidos curriculares no han evolucionado lo suficiente…

No. Curiosamente, en las carreras universitarias se introdujeron muchas titulaciones. Si comparas el catálogo de titulaciones de hace 15 años con el de ahora, no se parecen en nada. Han surgido muchos campos de conocimiento nuevos y cada año surgen más, pero en el sistema educativo no se introducen. Se sigue pensando con los esquemas más disciplinares y se siguen reproduciendo los mismos esquemas que estudiamos hace muchos años, como si fueran grandes certezas, en un mundo donde las certezas están cada vez más en disputa.

El sistema educativo debe adaptarse a la democratización de la sociedad que se ha producido en los últimos años. Muchas voces que estaban silenciadas, como la de las mujeres, los pueblos del tercer mundo, lo niños… han empezado a tener peso, y el sistema educativo debe escucharlos. Pero los libros de texto siguen siendo de un eurocentrismo brutal, una mirada que explicaba el colonialismo, pero que no explica una sociedad que tiene que ser democrática, respetuosa, igualitaria, diversa …


Jurjo. foto. Escuela, 2011

¿Esto es a lo que se refiere con justicia curricular?

La justicia curricular trata de ver en qué medida esos contenidos son justos y contribuyen a hacer una sociedad más justa, si son contenidos que favorecen más a determinados colectivos o pueblos, o al revés, los silencian y los atacan… En el libro voy analizando cada una de las doce revoluciones que se están produciendo y como cada una de ellas le está mandando mensajes a la institución escolar y nos está obligando a repensar.

En el sistema educativo es donde nos enseñan a ver el mundo, donde nos lo explican y nos capacitan para intervenir sobre él. Por lo tanto, hay que ver si realmente estamos ayudando a los estudiantes a comprender el mundo en el que viven.

Muchos niños no encuentran en la escuela las explicaciones a las dificultades o a las situaciones personales que viven, no se sienten representados e incluso llegan a pensar “que desgracia de familia tengo”. Se crea un lenguaje que no explica el fracaso porque se cree que a los niños no se les puede hablar de las injusticias, pero ellos las viven y al salir de clase tienen que volver a la realidad y encontrar explicaciones a sus preguntas. Por lo tanto es muy fácil que busquen unas explicaciones que no les da la escuela, y que son incorrectas y falsas.

¿Y cómo se puede resolver esto?

El objetivo es ayudar a pensar mostrando todas las perspectivas, no ocultándolas, y utilizar las materias para hablar de la realidad. Siempre hubo tendencia a pensar que hay determinadas materias que son asépticas, pero puedes enseñar matemáticas hablando de la realidad: los costes que afronta una familia en relación al salario, lo que se puede comprar… Por ejemplo, en el sistema educativo no se aprende lo que es el mundo laboral, lo que es la política, lo que implica votar…

En el libro habla de doce revoluciones, ¿hay alguna de ellas que tenga más influencia sobre el sistema educativo?

Todas la tienen. Hay tendencia a creer que lo único que está pasando en el mundo es el cambio tecnológico, pero también hay una revolución en las relaciones sociales. Por ejemplo, en el siglo XX se aprobaron un montón de cartas de derechos y todos los colectivos que se organizaron tuvieron éxito y consiguieron que la ONU le reconociera una carta de derechos: las personas indígenas, los discapacitados… Cada una de estas cartas establece que el sistema educativo tiene ciertas obligaciones, pero pregunta al profesorado cuántas conocen o cuáles están pendientes y se están reclamando.

¿Cómo debe trasladarse esa revolución social a la escuela?

Tenemos que aprender a vernos de otra forma diferente a la de antes, ser conscientes de que todos somos iguales y aprender a relacionarnos de igual a igual.

Uno de los grandes aprendizajes que tuvimos que hacer los hombres fue el de relacionarnos con las mujeres de esta manera. Toda la ciencia y toda la política nos decía que las mujeres eran seres inferiores, pero se fue luchando por la igualdad y demostrando que las leyes eran machistas y se apoyaban en ideas falsas. A partir de ahí hubo que aprender a relacionarse de igual a igual, y el sistema educativo fue uno de los instrumentos clave en este sentido.

También hay que aprender a relacionarse con el alumnado. La Carta de Derechos de la Infancia dice que los niños son ciudadanos desde el momento en el que nacen, que tienen voz y hay que escucharlos. Sin embargo, una de las palabras que más escucha un estudiante en el sistema educativo es silencio. Se les anula.

Es una consideración de la infancia basada en su propia etimología, Infancia viene de la palabra latina “infans” que significa “el que no habla”, hasta el vocabulario nos traiciona. Es necesaria aprender a tratar a los niños como iguales y para eso el sistema educativo debe repensarse.

Esto supone también un cambio de estrategia entre el profesorado…

Sí, es necesario darse cuenta de esta nueva visión y empezar a emplearla en la formación del profesorado. En las nuevas facultades se está empezando a estudiar este tipo de cosas, pero aún queda mucho.

Una revolución social es eso, aprender a relacionarse con colectivos que hasta el momento considerábamos desiguales o incluso inferiores. Hay que cambiar el chip y para eso lo primero es saber quiénes son y asumir que estamos llenos de prejuicios y debemos reeducarnos.

Lo primero que tenemos que aprender el profesorado es que todos somos racistas, sexistas, homófobos, porque nuestra sociedad es así … Dejar de serlo implica una pereza intelectual muy fuerte, y lo lógico es que pensemos que no lo somos, pero lo más inteligente es reconocer que sí, estar alerta, autoanalizarnos y neutralizarlo.

No somos máquinas y no tratamos a todos los alumnos igual, tenemos preferencias, intereses, simpatías, y solo cuando nos demos cuenta de que hay unos estudiantes que nos caen mejor y otros peor, que con algunos nos comunicamos mejor y con otros peor, podremos elaborar una estrategia para neutralizarlo y estimular a ese alumnado con el que nos cuesta más relacionarnos.

Decía antes que la revolución tecnológica no es la única que está ocurriendo, sin embargo es cierto que está ahí y que Internet es actualmente un importante canal de información y comunicación, ¿de qué manera influye sobre el sistema educativo?

La labor del sistema educativo es enseñar a analizar todo ese exceso de información que nos aporta Internet, y capacitarlos para sacarle provecho.

La cultura de la memorización tenía sentido en una sociedad donde el acceso al libro era más difícil y la memoria era la forma de transmitir el conocimiento de generación en generación. Hoy en día no hay que estar tan obsesionados por el olvido, ya que la información está ahí. El sistema educativo tiene que ser consciente de que si hay máquinas que hacen algo no hay que esforzarse tanto por hacer esas tareas. Es decir, hay que usar los cerebros humanos para hacer algo que las máquinas no pueden hacer: analizar, juzgar la información, detectar los sesgos, saber lo que es relevante y lo que no lo es…

Una de las tareas más importantes que tiene ahora mismo la educación es enseñar con qué criterio juzgar la información, ya que en la tarea de proporcionarla rivaliza con otras instancias que lo hacen mejor. Si te quieres informar sobre algo tienes muchos canales temáticos, revistas, museos, películas… con información más actualizada y amena. Sin embargo, fuera de la escuela, no hay otro instrumento que nos ayude a analizar y reflexionar sobre esa información.

Si la escuela solo está para proporcionar información, soy el primero que dice que cerremos las instituciones.

Entonces el libro de texto, que si- gue siendo la pieza fundamental en la escuela, no tiene sentido…

El libro de texto en el sentido tradicional no tiene sentido. En una sociedad de la información, trabajar con una única fuente informativa no tiene sentido, esto nos hace personas dogmáticas. Dejamos de ser dogmáticos cuando podemos contrastar esas informaciones con otras. Hay que aprender a trabajar con muchos libros, con versiones diferentes, para que los alumnos aprendan a valorar y contrastar. Aprendes a ver que un canal de información te manipula cuando lo comparas con otros.

El sistema educativo tiene que prever que las informaciones están construidas por seres humanos, que tienen intereses, están condicionadas y que pueden estar equivocadas, por eso hay que contrastar. Una escuela que trabaja solo con libros de texto, trabaja con la biblia, y esto hace personas dogmáticas.

Jurjo. 2ª foto. Escuela, 2011

Una vez más vuelvo al profesorado, ¿está preparado para este cambio?

Hablar del colectivo del profesorado en general es muy perverso, es un colectivo donde hay de todo. La cuestión es que deben estar preparados, y si no lo están, las autoridades deben tomar medidas para que lo estén.

El sistema educativo pone de moda cosas, filosofías, modelos … y tendrá que mirar si el profesorado está preparado, incentivarlo y apoyarlo para que trabaje de esa forma.

¿Y la familia? ¿Qué papel juega en todo esto?

También hay que aprender a revisar la relación con las familias. En las instituciones de formación del profesorado no se acostumbra a explicar que rol juegan, nadie nos capacita para hacer una entrevista a una madre o un padre y no sabemos relacionarnos con ellos. Podemos hacer preguntas inconvenientes, que no son necesarias, o que agreden … No de manera consciente, sino porque no sabemos hacerlo de otra forma.

Además, es importante tener en cuenta que hoy en día todas las madres y los padres han pasado por el sistema educativo. Esto implica que tienen una experiencia del pasado que no tenían los padres de hace años, que mitificaban la escuela. Ahora no, han pasado por la ella y han tenido unas determinadas vivencias, buenas o malas.

Como profesor, es importante que me relacione con las familias sabiendo esto, intentando aproximarme a ellos y buscando su colaboración. Nos falta mucho este tipo de tacto, entre otras cosas debido a que la carrera de profesor es muy corta y en cuatro años no da tiempo a aprender toda la cantidad de conocimiento que necesitas para ejercer esta profesión. No precisamos de menos formación que un médico.

De todas formas tampoco se debe caer en la parentocracia.

¿A qué se refiere?

En el sistema educativo siempre ha sido importante el papel de las familias y se cayó en una especie de parentocracia. Se está dando peso a las familias y se olvida que esos niños son ciudadanos. Una persona que no tiene hijos no debe desinteresarse de la educación, ya que ahí se están educando los ciudadanos que viven contigo y que en un futuro tendrán responsabilidades. Esta preocupación tiene que ser de toda la sociedad.

Además, cuando decidimos como padres tomamos decisiones más egoístas que cuando decidimos desde un punto de vista social, ahí somos más generosos. El sistema educativo tienen que hacer ver a la sociedad que todos somos corresponsables de la educación de los ciudadanos más jóvenes, y que tiene que haber una participación más activa sobre el sistema educativo.

En conclusión, ¿qué persigue con este libro?

Lo que pretendo es resituar en el sistema educativo determinadas tareas que se nos están olvidando, que hay que ver de una forma integral. Parece que el sistema educativo solo tiene la finalidad de colocarte bien ante el mundo laboral, por eso los centros bien valorados son los que tienen buenos resultados en PISA, pero PISA solo mide tres criterios y hay muchas otras cosas que no mide.

Las lagunas del sistema educativo se detectan porque existe debate. Por lo tanto, habrá que ver si se está produciendo este debate.

15 de septiembre de 2011

 

 

 

“Los profesores tenemos que aprender que todos somos racistas, sexistas, homófobos …”

Ana López entrevista a Jurjo Torres Santomé

Periódico ESCUELA, Núm. 3.914 (1.232)  15 de septiembre de 2011, págs. 32 – 33

Escribe un comentario

ADMIN